Aspire los suelos y el polvo o limpie las superficies frecuentemente para mantener bajo control el polvo, los pelos y las partículas de la piel.
Cambie y lave frecuentemente su ropa de cama
La ropa de cama debería lavarse utilizando un ciclo de lavado que reduzca los microbios a un nivel seguro y evite la contaminación cruzada.
Mantenga su edredón ventilado, cuélguelo afuera frecuentemente o refrésquelo en la secadora. Los edredones de plumas no deben colocarse a la luz directa del sol ni exponerse al aire húmedo.
Ventile y refresque el dormitorio frecuentemente abriendo las ventanas.
También puede usar ambientadores para perfumar sus habitaciones pero recuerde que estos no reemplazan las buenas prácticas de higiene.
Lávese las manos después de toser, estornudar o sonarse la nariz.
Las alfombras y alfombrillas de lana y pelo grueso acumulan tierra y retienen las pulgas y los ácaros que llevan las mascotas.
Aspire las alfombras y las alfombrillas con frecuencia y límpielas con champú para alfombras cada cierto tiempo, especialmente si sufre de alergias.
Las alfombras de lana son excelentes aislantes y también ayudan a regular la humedad.
Cuando nos desvestimos, arrojamos millones de fragmentos de piel, lo que fomenta la presencia de chinches, moscas, cucarachas y ratones así que aspire frecuentemente.
La persona promedio pierde medio litro de sudor por la noche. No haga su cama de inmediato, ventile las sábanas para evitar los ácaros del polvo.
El lavado de la ropa de cama es un momento clave para la higiene